lunes, 2 de febrero de 2015

El JUBILEO Y LA PAZ

Pbro. Porfirio F. Ortiz
Lo improrrogable para los mexicanos es que busquemos la paz. Para quienes trabajamos en la Iglesia de Huajuapan esta debe ser nuestra tarea prioritaria. El plan de pastoral está a modo para que lo encaminemos a buscar la paz. Hay que intencionar todo lo que hacemos a la construcción de la paz.

San Pablo en la carta a los Efesios nos dice: “Manténganse, pues, en pie rodeada su cintura con la verdad, protegidos con la coraza de la rectitud, bien calzados sus pies para anunciar el Evangelio de la Paz”(Ef 6, 14-15). La Nueva Evangelización consiste en dar a conocer a Cristo príncipe de paz. Si el año jubilar es un esfuerzo de conversión para hacer que la Iglesia salga de su reducto, es para anunciar el Evangelio de la Paz.

¿Por qué tanta insistencia? Porque estamos viviendo un clima de violencia que nos hace daño y que se ha vuelto tan cotidiano que nos parece normal. Nos sorprende que haya tomas de edificios, que haya marchas o tomas de oficinas gubernamentales. Pero no nos sorprende que 60 % de nuestros connacionales vivan en la pobreza. No nos sorprende que algunos oligarcas vivan principescamente, mientras que hay gente que no tiene una tortilla para comer. Eso es violencia.

La violencia se vive en los hogares, en las oficinas, en los mercados, en las relaciones mercantiles, en los autos. Nos hemos hecho un pueblo violento y la violencia la percibimos desde que estamos en el seno materno. Esto es endémico y es progresivo, si no trabajamos por la paz, cada día nos volveremos más violentos. La violencia ha llegado a corromper lo más íntimo de nuestro ser y nuestros hogares se han contaminado con esa peste mortal.

El jubileo es una oportunidad para leer los signos de los tiempos. Cuando vemos una nube, pensamos que va a llover. Si vemos tanta violencia debemos percibir que estamos destruyendo nuestro hábitat natural que es la convivencia fraterna. El tejido social se vuelto cada vez más frágil y la seguridad se enrarece. Como decía Rosa Inés, una ilustre colombiana, “si ahora no trabajamos por la paz, un día nos lamentaremos porque seremos víctimas de la violencia”.

Todas las personas, cualquiera que sea su ideología, estamos llamadas a trabajar por la paz. La violencia consiste en romper la comunión, en desconocer la dignidad de los hermanos, en destruir los puentes de convivencia. Tenemos que empezar primero a observar, a reflexionar, ¿cómo están nuestras relaciones con los demás? ¿Cómo las podemos mejorar? ¿Qué puentes se han roto? El trabajo tiene que empezar por nosotros mismos.

La comisión de justicia, paz y reconciliación, fe y política ha difundido una oración para pedir a Jesús la Paz. Recémosla, en el templo, en la casa, en la calle, donde podamos. La oración es lo primero. Dios con su Espíritu Santo nos iluminara para ser constructores de paz. Recemos la oración por la paz. Solos o en comunidad. Es algo que le debemos a nuestra Patria. Recemos a la Virgen María de Guadalupe.

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