viernes, 28 de agosto de 2015

La matanza, imagen de una identidad





Hugo Pacheco 

Cual raíces de un mismo bosque entrelazadas por su origen elemental, así se unen las 15 obras de arte que esta carpeta contiene. Inseparables desde su creación, los grabados de siete jóvenes artistas y siete maestros de amplia trayectoria, hoy convergen para darle vida a una costumbre atávica, que tras dos siglos de practicarse, forma parte de la riqueza cultural huajuapeña: La matanza.


A través de la técnica del linóleo y la xilografía, estos grabados, forjados entre la magia de los sueños y la crudeza de la realidad, son dueños de un significado cultural que trasciende la tinta y el papel. 

Como nunca antes se había visto en la “Tierra del Sol”, la juventud de José Silverio, Daniel Ortiz, Erick Vázquez, Aldo Sánchez, Itzamari Castro, Daniel Luis H. y Álvaro Medina, se ha unido con la maestría de Shinsaburo Takeda, Irving Herrera, Humberto Valdez, Enrique Pérez, Rigoberto Martínez, Daniel Salazar y Venancio Velasco; logrando crear la primer gran obra gráfica en torno a la matanza, cuya esencia ha encontrado su guarida en la percepción de quien las admira.  

Cada grabado conserva la pureza conceptual con que fue concebida, sea desde una imagen costumbrista captada en plena faena, hasta una marcada utilización de simbolismos que rozan con lo surreal, provocando en su audiencia mil traducciones en torno a los cuernos, las pieles y el clamor de este animal que por siglos ha provisto de alimento a la raza mixteca. 

La obra que da pie a la carpeta se titula “Piel como manto”, cuya imagen presenta a dos niños al lado de su madre, quien casi con ternura, acaricia la frente de un chivo de larga barba y cuernos ligeramente caídos, uno de ellos, sostenido con ímpetu por el hijo mayor, que sonríe plenamente. En tanto, detrás de la familia, se yergue una enorme figura humana que cubre o protege o revela a estos personajes el mundo mágico y crudo, natural y humano, de la matanza. 

Esta obra es tan sólo la carta de presentación de un cúmulo de talento y riqueza invaluable contenida en la carpeta, de la cual se han elaborado 30 copias para su distribución por Oaxaca y cualquier estado que desee conocer esta tradición convertida en arte. 

Este logro es fruto del arduo trabajo y compromiso de los jóvenes, emanados del taller de gráfica “Juan Alcázar”, del Museo Regional de Huajuapan (MUREH), que recibieron el apoyo incondicional de Manuel Barragán Rojas, presidente del patronato de dicha institución, y la confianza de los grabadores experimentados, quienes lograron percibir la relevancia histórica y cultural de esta obra.  

Marginado de aportaciones económicas, como sucede en la mayoría de municipios oaxaqueños, este proyecto habría sido imposible sin el apoyo del presidente municipal de Huajuapan de León, Luis de Guadalupe Martínez Ramírez, quien confió en lo que hace año y medio se resumía en una idea, misma que hoy se ha convertido en un trozo invaluable de arte puramente huajuapeño. 

Sí, de arte, mismo que una vez más se convierte en el lenguaje común en que los jóvenes, al lado de grandes maestros como Shinsaburo Takeda, han logrado cristalizar con su visión el éxtasis de una costumbre, cuya devoción, realismo y fantasía entremezclados, encarnan la verdadera identidad de Huajuapan.

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