viernes, 27 de enero de 2017

REBELDE SIN CAUSA

Desde niña no me gustaba levantarme temprano, recuerdo que sufría cada mañana porque tenía que ir a la escuela, no me gustaba bañarme y era muy desobediente.


Cada que mis padres me pedían un favor como por ejemplo ir a la tienda me enojaba mucho y contestaba mal, para finalmente con el paso del tiempo ya no me gusto estar en la casa, me escapaba y me iba con mis amigos que por lo general fueron mayores de edad y que consumían drogas. El ser así y convivir con mis padres de esta manera me daba un cierto airecito de superioridad y al mismo tiempo había esta sensación de que nadie, pero sobre todo ellos me comprendían.


Con el tiempo ya no quería llegar a la casa y cuando llegaba era para discutir con mis padres, porque me sentía inconforme, no me gustaba la casa donde vivía, ni la posición social a la que pertenecía, ni mi aspecto físico me gustaba, me sentía el ser más insignificante del mundo.


En la escuela era de las niñas que ponían apodos, todo lo tomaba a juego, nunca respetaba a mis maestros, cuando me llamaban la atención les hacía burla, me salía de las clases o de la escuela cuando quería, casi nunca entregaba tarea y mi promedio escolar era muy bajo.


Con el tiempo empecé a sentir mucha apatía, me la pasaba escuchando música tristona, me dormía muchas horas durante el día, había veces que no me daba hambre, cuando me bañaba me ponía la misma ropa.


Cuando mis padres quisieron platicar conmigo los dejaba hablando solos e inexplicablemente todo el tiempo estaba de mal humor. Preferí pasar el tiempo en internet y algunas veces fume cigarros porque pensaba que eso me haría sentir bien porque de alguna manera eso llenaba una sensación de vacío dentro de mí.


Por esta manera de ser y mis actitudes de rebeldía mis padres me pidieron que me fuera de la casa. Fue así como empecé a pensar que mi vida no tenía sentido. Me salía a caminar preguntándome que razón tenía continuar en este mundo.


A veces lloraba sin que hubiera un motivo y sentía mucha tristeza deje de ir a la escuela porque empecé a sentir miedo de salir, me la pasaba acostada llorando, deje de comer porque no me daba hambre. Había noches que no dormía.


Busque ayuda de diferente forma como es la religión, psicólogos y la medicina y no me encontraron nada. Nunca pude sentirme bien. Fue así como me hicieron la invitación de asistir “Movimiento Buena Voluntad 24 horas de Neuróticos Anónimos” desde que llegue mi vida ha mejorado físicamente y la relación con mis padres ha mejorado, mi vida tiene sentido y todo esto gracias a que me di la oportunidad de asistir a la terapia.hotel casa blanca-lacarreta_informa



REBELDE SIN CAUSA

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